Publicado Clarin 24 Fevereiro 2008
Eleonora Gosman
Antiguos rivales militares, que llegaron a concebir programas paralelos de armas nucleares, Argentina y Brasil acaban de quebrar definitivamente esa histórica relación de recelo: acordaron la construcción conjunta de un submarino nuclear. Fue el ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim, quién ayer lo confirmó ante Clarín, en una conversación en Aeroparque minutos antes de regresar a su país.
En ese proyecto, los argentinos aportan su experiencia en la producción del reactor nuclear compacto que propulsará el sumergible. Los brasileños pondrán otros aportarán dos pilares: la fábrica de la parte no nuclear del submarino, basado en tecnología francesa, y el combustible atómico. "Conversamos con la ministra Nilda Garré y con los tres comandantes militares argentinos y acordamos constituir una empresa binacional para producir el reactor compacto", indicó el ministro brasileño. Aclaró que el programa tiene también objetivos civiles: "Esa tecnología nos permitirá construir centrales eléctricas con capacidad para abastecer por ejemplo a grandes ciudades".
Esa planta propulsora cuenta con un prototipo: el CAREM. Fue desarrollada por la argentina INVAP, una empresa que hoy exporta reactores nucleares para investigación o para producir materiales radiactivos de uso médico e industrial. Hoy luce como una tecnología civil, pero nació como un proyecto militar en los estribores de la Guerra de Malvinas. Fue el vicealmirante Carlos Castro Madero (fallecido en 1991), entonces presidente de la CNEA quien le entregó a INVAP la responsabilidad del diseño (ver Antecedentes). El gobierno de Raúl Alfonsín llegó a proponer a Brasil que desarrollar el proyecto en forma conjunta . Pero la iniciativa no prosperó. No era el momento. Todavía se mantenían intactos los recelos que caracterizarían la relación entre los dos países hasta inicios de los años 90.
Un proyecto militar de esa magnitud sólo podía materializarse bajo condiciones como las actuales, con gobiernos como los de Cristina Fernández y Lula da Silva con la misma visión sobre la defensa regional, donde la frontera es Sudamérica. Como señaló Jobim, "el sentido de las Fuerzas Armadas sudamericanas es disuasorio y no expansionista. Pero ese poder de disuasión sólo se ejerce si hay por detrás una industria militar regional que nos independice de los suministros extranjeros"
– ¿Cómo entraría Francia en este plan?
– Con el presidente Nicolas Sarkozy discutimos la semana pasada una alianza estratégica: acordamos crear condiciones para una sociedad bilateral destinada a fabricar en Brasil la parte no nuclear del submarino. La planta de propulsión la pondría la binacional argentino-brasileña.
Jobim acordó con Garré impulsar el Consejo Sudamericano de Defensa. "Pensamos que en octubre se podría hacer en Brasilia la reunión constitutiva de ese organismo". El plan no sólo busca unificar criterios de defensa en la región. También apuesta a crear las bases de una industria de defensa sudamericana. Podrían surgir dificultades con Colombia, poco interesada en promover una versión regional de la todavía vigente Comisión Interamericana de Defensa.Desde la Guerra de las Malvinas
Desde la Guerra de las Malvinas
El proyecto del submarino nuclear no es nuevo para la Argentina. Luego de la Guerra de las Malvinas, para cerrar la brecha tecnológica con Gran Bretaña, desde la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) se lanzó un proyecto similar, aunque nunca llegó a concretarse.
Tras ver al Crucero General Belgrano hundirse por un ataque lanzado desde el submarino nuclear británico "Conqueror", el entonces titular de la CNEA, vicealmirante Carlos Castro Madero puso en marcha – secretamente- un proyecto para construir un submarino a propulsión nuclear.
La Armada le encargó el proyecto al INVAP. El físico Juan Gil Gerbino encabezó el equipo que diseñó un modelo básico para colocar un reactor nuclear compacto en un submarino con motores diesel. También llegó a trabajar en un sistema de regeneración de oxígeno.
El gobierno de Raúl Alfonsín apoyó la continuidad del proyecto. El segundo ministro de Defensa, Roque Carranza, llegó a proponerle a Brasil la construcción conjunta de un submarino nuclear; pero no hubo acuerdo y Brasil siguió adelante con el proyecto.
Finalmente, durante el gobierno de Carlos Menem la idea del submarino nuclear argentino se sepultó.