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PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, 03 julio 2013
Muy buenos días a todos y a todas. Autoridades militares extranjeras que hoy nos visitan; Jefes de las distintas unidades; Jefes militares salientes como así también quienes han entrado a ejercer sus nuevas funciones, en especial como Presidenta de la Nación Argentina quiero agradecer en la persona del brigadier general Chevalier, veterano de guerra de Malvinas, la labor que han cumplido distintos jefes militares en estos años y especialmente la del brigadier general que cumplió al frente del Estado Mayor Conjunto un rol destacado durante toda esta década. Mi agradecimiento como Presidenta de la República y también como ciudadana. Cuando veníamos hacia aquí el señor ministro de Defensa me indicaba que es la primera vez en la historia que se produce una ceremonia de esta naturaleza, donde en un mismo acto asume la totalidad del Estado Mayor Conjunto y además cada uno de los jefes de las tres fuerzas que componen las Fuerzas Armadas Argentinas de la Nación. Yo le decía que siempre hay una primera vez para todo, la hubo para esta Presidenta en su condición de género presidir no solamente una vez sino por segunda vez los destinos de la República, y siempre hay una primera vez para iniciar una nueva etapa en la vida de los pueblos y también en la vida de nuestras Fuerzas Armadas que son parte integrante de ese pueblo. Esta nueva etapa también ha exigido y he querido que se reformulara y se reestructurara el funcionamiento de nuestras Fuerzas Armadas, a través también de la propia reestructuración del Ministerio de Defensa, que luego de la reforma de la ley militar, de la ley de Defensa, es después de mí quien encarna la autoridad militar de la Nación. Y he querido también que esta reestructuración, esta refuncionalización de las Fuerzas Armadas, no sea solamente una cuestión meramente formal, sino conceptual. Por eso hemos creado la Secretaría de Articulación Militar para la Emergencia. La reciente tragedia que asolara a mi ciudad natal, la ciudad de La Plata, con inundaciones y víctimas sin precedentes y la labor desplegada conjunta entre las Fuerzas Armadas, en especial el Ejército, que por su función esencialmente terrestre es la más apropiada para este tipo de actividades, en forma conjunta con miles de jóvenes voluntarios -y no tan jóvenes también- que ayudaron en forma solidaria a su prójimo en momentos de tragedia, nos hizo ver con claridad la necesidad de afrontar una nueva etapa también en cuanto al rol que deben desempeñar nuestras Fuerzas Armadas en solidaridad cuando situaciones de tragedia asolan a nuestras sociedades. Significa la puesta en marcha de un nuevo aspecto de nuestras Fuerzas Armadas que además va a ayudar a lograr cerrar las brechas que épocas trágicas abrieron entre pueblo y Fuerzas Armadas, a través de la solidaridad. No hay mejor forma de superar esa brecha que algunos intencionalmente quisieron crear, que a través de la solidaridad, la ayuda y juntarse los unos con los otros, porque en definitiva no puede ser la vestimenta o un uniforme el que defina la calidad de un ciudadano; lo que define la calidad de un ciudadano es su compromiso con la nación, con la patria y con el pueblo. Y confío que en esta etapa que se abre sabremos valorar las experiencias pasadas, no para reprocharnos sino para que nazca una nueva solidaridad, como nos pasó y estoy segura que lo vamos a hacer. También, y como lo he desarrollado en otras oportunidades, la creación de la Secretaría de Ciencia, Tecnología y Desarrollo de la Industria de la Defensa, donde junto a la recuperación de TANDANOR, de nuestros Astilleros Manuel Domecq y también de la refuncionalización que la rama de ingenieros y las otras ramas del Ejército pueden desempeñar en obras de infraestructura civil muy importante para nuestra sociedad, le deben asignar a la industria de la defensa un rol más que importante. Confiamos ampliamente en ello. Lo digo además desde la experiencia, no ya como Presidenta sino como ciudadana y como patagónica. Recuerdo todavía, durante la gestión de mi compañero como gobernador de la provincia de Santa Cruz, cuando las inundaciones arrasaron y arrancaron puentes en la ruta Nacional Nº 3 y en otras localidades de nuestra provincia, que fue precisamente la tarea en soledad del gobierno de la provincia y del Ejército en la Patagonia, los que lograron restablecer la conectividad de rutas tan importantes como es la ruta Nacional Nº 3, que prácticamente rota a la altura de Piedrabuena nos aislaba totalmente a todo el sur de mi provincia. También, y como lo he desarrollado en otras oportunidades, en los tiempos que corren, en este tercer centenario y en esta particular etapa en la vida del mundo, el rol que deben desempeñar nuestras Fuerzas Armadas está en las tareas de investigación y desarrollo en materia de radares, en todo lo que hace a la investigación para una mejor y más eficiente defensa en nuevos conceptos que el mundo moderno exige para defender y tener poder de disuasión. Por eso estoy convencida de que todos juntos podemos contribuir a construir una historia nueva, no historia nueva que no tenga antecedentes, aquí se ha dicho que fueron precisamente las guerras de la independencia las que consolidaron la unidad del pueblo y sus Fuerzas Armadas. Por eso invocamos a San Martín, a Savio, a Mosconi, al general Belgrano, el ejemplo más maravilloso de cómo alguien que no es militar, de cómo alguien que era abogado, economista, un ciudadano, vistió el uniforme del Ejército Argentino y creó su bandera para defender y liberar en la gesta emancipadora que nos reconoce y nos da identidad como país. Por eso creo que se mezcla lo nuevo con la historia y la historia debe servir para eso, no sólo para conocerla y recitarla como tal vez nos han enseñado, y a veces recitarla no exactamente como sucedió. La historia, la real, la que todos sabemos y conocemos debe ser la experiencia, debe ser el basamento donde podamos desde ella construir nuevas experiencias que nos permitan seguir transformando los destinos de la Nación, con inclusión social y con igualdad. No puedo dejar de mencionar, no sólo por la presencia de autoridades del Ejército o de las Fuerzas Armadas de la nación suramericana, un episodio que sucedió anoche en relación a un presidente de la hermana República de Bolivia, con su avión presidencial militar, de inmunidad absoluta e indiscutible, que fue ilegalmente detenido en la vieja Europa. Y cuando digo la vieja Europa no lo digo solamente como una frase, me refiero a vestigios de un colonialismo que creíamos totalmente superado, creemos que constituye no solamente una humillación a una nación hermana sino también al continente suramericano. Recientemente se ha constituido el Comando de Defensa Suramericano que integran las distintas Fuerzas Armadas de la nación suramericana, de la UNASUR, y esto debe servirnos a todos para entender la necesidad de la unidad nacional y también para entender la necesidad de la unidad de la nación suramericana, basándonos también en la historia de San Martín, de O’Higgins, de Bolívar. Fue allí cuando nos independizamos, fue ante la unidad de nuestros ejércitos y nuestro pueblo que logramos la liberación política y geográfica. Más tarde algunas confusiones y algunas estrategias, que por supuesto no eran nuestras sino que venían desde afuera y que algunos alegremente asumían, nos hicieron confundir el rumbo y no permitieron que una nación como la nuestra, que a mediados del siglo pasado llevaba la delantera en Latinoamérica en todos los aspectos, industria de defensa, desarrollo industrial e inclusión social, sufriera retrocesos junto con otros países de la región. Por eso es importante no confundirse, sabemos que vivimos en un mundo integrado, sabemos que vivimos en un mundo globalizado y que debemos tener relaciones con todos, pero tener relaciones desde la soberanía. La única subordinación que tenemos es con la patria y con la bandera y esto no se le debe olvidar a nadie, no solamente a los militares, sino también a todos y cada uno de los ciudadanos de nuestro país. No se le puede exigir únicamente subordinación y valor para defender a la patria a los uniformados, esa subordinación y valor a la democracia, a la Constitución y a la bandera para defender a la patria, es exigible a todos los ciudadanos, a los 40 millones de argentinos. Y como ejemplo doloroso para no volver a confundirnos nunca más, por más que alguien nos llame general majestuoso en alguna potencia del norte, recordemos que cuando nos tocó librar la batalla por lo que es nuestro allá en el sur, solamente fuimos ayudados por nuestros hermanos de la América del Sur. Aún recuerdo al gobierno de Perú enviando aviones y pilotos. Los que nos habían llamado majestuosos y maravillosos colaboraron con el enemigo, colaboraron y siguen permitiendo que nuestras islas Malvinas, donde murieron nuestros combatientes, nuestros soldados, donde fue hundido arteramente el crucero General Belgrano, todavía las sigan ocupando ilegalmente en un vestigio de colonialismo vergonzante para el siglo XXI. Anoche, cuando intentaron impedir el paso de un presidente suramericano, estaban volviendo a hacer lo mismo que hicieron décadas atrás. Por eso, a todos los oficiales, suboficiales, y soldados de las Fuerzas Armadas de mi patria, les pido que sepan que la unidad nacional, que la solidaridad, que la necesidad de comprender que debemos desarrollar el país y que las Fuerzas Armadas son un componente importante en ese desarrollo, es vital para todos. Por eso en este día tan especial deseo que Dios y la virgen de Luján, patrona de la Argentina, iluminen a todos y cada uno de ustedes, a sus jefes, y también a los 40 millones de argentinos para lograr que aquel sueño de San Martín, de Belgrano, de O’Higgins, de Bolívar, no solamente haya sido un sueño sino que pueda ser una realidad, la concreción de la gran nación suramericana. Muchas gracias y viva la patria.
CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, |